Alice Miller: “Perdonar no nos ayuda en nada, mientras el perdón oculte lo que pasó (…) puesto que el amor y la automitificación se excluyen mutuamente. El verdadero amor soporta la verdad. La mentira, la negación del sufrimiento pasado en los primeros años de vida, engendran el odio transferido sobre inocentes.”
Dicen los que hablan del perdón que guardar rencor y alimentar la ira no es sano y que hacerlo, solamente nos lleva a seguir sufriendo por daños que nos infligieron en el pasado. Esto es obvio y no puedo estar más de acuerdo. Sin embargo, las soluciones al trauma que ofrecen sus doctrinas, desde el punto de vista psicológico, no resultan nada provechosas para poder superarlo.

Consejos como “Perdone y suelte. Cuando se libere de esos sentimientos, vivirá en paz interior. El pasado es pasado, hay que empezar de cero, borrón y cuenta nueva”, tan sólo me parecen maneras forzadas de ponernos una venda para evitar ver lo que sucedió y, de este modo, supuestamente, huir de la realidad. Y digo “supuestamente” porque al inconsciente no se le puede engañar y, con el tiempo, el trauma resurgirá.
Suele ser muy habitual que esa energía reprimida, que no dejamos salir de ninguna manera se dirija, entonces, hacia uno mismo, provocando todo un conjunto de somatizaciones, que no son sino una señal de nuestro cuerpo de que algo va mal. Has “perdonado” a los demás, pero te has traicionado a ti mismo.
Texto: Ramón Soler.
Lcda. isvethdaniela Acosta
Psicólogo.
MSc. Orientación de la Conducta
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