En estos tiempos, cada cual
parece estar viviendo en su propio *_paralelo automático_*, despertamos muy
temprano en la mañana sin una real consciencia del acto de despertar, es solo
que “abrí los ojos y desperté”, esto pasa tan rápido, se nos vuelve fugaz ese
primer momento del día, las demandas de la vida diaria suelen estar ahí como
caudal de río rebosado que nos lleva, nos arrastra; el trabajo o el desempleo,
la pareja, el o los hijos, el hogar, las diligencias que no terminan,
situaciones sociales; salud, economía, ambiente, política; todo pude en
momentos rebasarnos y aunque tengamos el poder para pedirle al caudal que pare
un momento; nos falta un mayor nivel de consciencia para hacerlo; a propósito de
esto, dijo Séneca “No es que tengamos poco tiempo, sino que perdemos mucho”,
mucho sin hacernos de nosotros mismos y de lo que ello conlleva.
Consciencia, manejo,
responsabilidad, un mayor autocuidado, amor propio, ganas, deseo, esto parece
no existir, el resto se vuelve mucho más que cada uno de esos elementos y con
ello mucho más que la *_paciencia_*; que suele darse por sentada, contamos con
ella como si estuviese adherída a la piel y pese a ello, podemos perderla con ligera
facilidad, escuchamos entonces decir, “me sacó de quicio”, “ya no soporto más”,
“con él pierdo la paciencia muy rápido”, “él o ella tiene más paciencia que yo”,
“el tiempo pasa volando”, “me falta tiempo”.
La paciencia es señalada como la
más sabia de las virtudes, el Diccionario de la Real Academia Española la define
como una “capacidad que la persona posee para soportar algo sin alterarse”; la mitología
nos muestra a una mujer que fue tragada por Cronos, su padre; manteniéndose en
sus intestinos durante largo tiempo, esto le supone a Hestia quizá en la historia,
forjar una paciencia tremenda. La Diosa Hestia existe para ella y esa tendencia
la hace regocijarse en una experiencia interna que pocas podemos conseguir sin
ser conscientes de su fuerza en nosotras. Por otra parte, el Proverbio expresa *_”
La paciencia es un árbol de raíz amarga, pero de frutos muy dulces” _*, es
decir, que nos puede ser compleja pero una vez alcanzada podría ofrecer
beneficios que todos deseamos tener.
Sobre aquella virtud que
manifiesta en forma tácita que en la paciencia está el hecho de reaccionar sin
decir casi nada, actuando en forma “pasiva” quizá, “estar quieto” o calmado”;
considero que realmente es mucho más que eso, leí en la web algo que decía, “Se trata de un entrenamiento. Cuanto más
practiques, más paciente serás. Cuanto más adoptes el hábito de tomarte un
momento antes de responder o actuar, más fácilmente vas a introducir esa orden
en tu cerebro, obligándolo a razonar”, Y es que ciertamente el hecho de ser pacientes, de poder cada día
*_cultivar_* la Flor de la paciencia requiere un gran esfuerzo emocional, no es
estando en quietud como puede lograrse, al contrario, quizá esto requiera mover
todo nuestro arsenal, todos los recursos emocionales con los cuales podamos
contar y con ellos hacer, hacer cosas que nos permitan alimentar, incrementar
el nivel de esa paciencia para que no se pierdan tan fácilmente.
Pero ¿Qué podemos hacer? Algo
importante y primordial es plantearnos una *_visión realista_* de la vida y las
situaciones que nos “sacan de quicio” y generan que nuestra paciencia se agote;
para empezar, debemos mirar y comprender que quizá las cosas no siempre van a la
velocidad o con la rapidez que esperaríamos o nos gustaría. – Entonces haga consciencia
de que tener paciencia es en parte *_aceptar_* el hecho de que -el tiempo avanza a la velocidad del tiempo
y no a la de nuestras expectativas- esto aplica a todo; también a las situaciones cotidianas y comunes; por ejemplo, una mamá que debe atender a sus hijos y hacerse cargo de todo en cuanto ellos, su
alimento, baño, juegos, comportamientos, además los quehaceres del hogar, todo
esto inicia desde muy temprano en la mañana y pueden sentir que el día se hace
interminable.
*_Respirar, pero no hacerlo profundo
sólo por hacerlo; este respirar debe ser en forma consciente_*, identificando
el cómo se está respirando y el para qué lo estamos haciendo, es decir, cual es
el objetivo, que queremos lograr al respirar, debe hacerse además llevando el
aire hondo al abdomen y no al pecho; este tipo de respiración generará que los
niveles de cortisol en el organismo disminuyan provocando progresivamente la
calma.
Observar aquello que estamos
pensando; la generalización y lo incomodo de algunas situaciones pueden
llevarnos a desesperar, volviendo aquella situación insoportable y si nos dejamos
vivirla así va a resultar mucho más complejo gestionarla. Algo más, podría ser,
darnos ese *_Pequeño gran momento_* 10 minutos para leer, escuchar música, practicar
alguna actividad deportiva o simplemente caminar, hacer estiramientos propios
del yoga; o colorear mándalas resulta una actividad para muchos algo relajante;
el abanico de opciones es muy amplio no se supedita a este conjunto mencionado,
desde ahí hasta hacernos las uñas o darnos un masaje puede resultar.
Por: Isvethdaniela Acosta
Psicóloga - MSc. Orientación de la Conducta
FPV 7115
@espaciopsicologicocm @espaciopsicm
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isvethdaniela@gmail.com
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